
TAREA DE LA REVOLUCIÓN
Por: Colectivo de Trabajadores en Revolución
Lo más hermoso del proceso revolucionario está en la diversidad de opiniones que surgen como propuesta desde el seno del pueblo, donde todos, absolutamente todos los factores, convergen en posibilidades de cambio en la estructura del Estado, en franca guerra a la burocracia y a la corrupción. Exigen a la conducta de quienes han tenido y tienen la obligación de exterminar estos flagelos y que hacen de nuestra institucionalidad un armatoste vetusto, inoperante, ineficiente; los cambios necesarios que fortalezcan el espíritu la razón y lógica de la Revolución Bolivariana.
Esta discusión nos lleva a reflexionar sobre cuál es el papel de los trabajadores en este momento político donde la explosión del poder popular se hace sentir con fuerza, como poder constituyente que amenaza con arrasar a su paso al poder constituido y donde se genera inevitablemente una expresión nítida de la confrontación ideológica de clases, pues, los que no comparten lo radical de esta propuesta (los reformistas) no se oponen en teoría, pero en la práctica juegan a la manipulación, al clientelismo, a la macolla, para evitar la conformación de un verdadero poder popular, constituyente, autónomo y revolucionario.
En este debate está ausente la clase obrera, como clase, aunque existan referencias o grupos aislados dentro del movimiento obrero que tengan opinión o participen de los cambios, los trabajadores no hemos estado a la altura de esta circunstancia como clase vanguardia, llamada a asumir el protagonismo revolucionario que la historia le ha asignado a través de los años, desde la revolución industrial hasta nuestros días.
Esto tiene una explicación, durante los últimos 40 años del puntofijismo, la clase trabajadora fue reducida a un simple estamento acrítico, sin conciencia, dirigida por un sindicalismo reformista, comprometido con la opresión capitalista que dejó como herencia un sindicalismo reivindicativista, lochero, y autoritario que generó hacia el resto de la clase el estancamiento, el conformismo y la manifestación de inquietudes en el orden económico reivindicativista; por supuesto al lado de esta mayoría sobrevivió un reducido grupo de sindicalistas proponentes de cambios estructurales que han sido blanco fácil para la descalificación y sometidos al chantaje político por intentar romper el orden constituido. La victoria del Presidente Chávez en el 98 y luego el proceso constituyente que produjo la constitución del 99, desborda el espectro del mundo sindical, nuestras organizaciones sindicales surgieron contra la vieja estructura sindical, sea a través de elecciones o por la vía de sindicatos paralelos, la burocracia cetevista fue perdiendo espacio, espacio que fue llenado por la nueva Central Bolivariana, la UNT, hija indiscutible de este proceso revolucionario; El golpe de Estado de abril 2002 y el paro petrolero de diciembre 2002 y enero 2003, terminaron de desenmascarar a la CTV, y esto marcó su desplazamiento a la categoría de central minoritaria quedando la UNT, como central hegemónica con mayoría de afiliación sindical.
A lo interno de la UNT, se abrió el debate acerca del modelo sindical, y fue esta nueva central también un instrumento donde se debaten las 2 principales tendencias, el reformismo y las ideas de la revolución; la mayoría sindical heredó la de la vieja práctica socialdemócrata, poco democrática, menos autonómica, con profundo arraigo democrático y con una clara tendencia de sumir al movimiento de los trabajadores en apéndices de los partidos que apoyan el proceso, restándole protagonismo y crecimiento cualitativo alejándolo de la posibilidad de convertirse en una parte esencial como sujeto histórico de esta revolución.
Hoy la UNT, es una Central secuestrada por las diversas tendencias que anteponen sus intereses grupales y personales a los intereses de la clase obrera como vanguardia revolucionaria. Nosotros como trabajadores revolucionarios hemos apostado por la construcción de una corriente revolucionaria en el seno del movimiento obrero y desde la UNT. hemos impulsado el Colectivo de Trabajadores en Revolución; CTR; hemos desarrollado una declaración de principios que recoge aportes para un programa mínimo de clase, desde la perspectiva Marxista, Bolivariana con claro apego a las bases y sobre las base de la democracia revolucionaria.
Nos planteamos el desarrollo de un modelo diferente de la gestión sindical desde una perspectiva radical y revolucionaria donde la burocracia, la corrupción, el antidemocratismo, el autoritarismo, el mesianismo y los acuerdos de cúpulas sean borrados del ejercicio sindical; donde se luche por defender y por ampliar los derechos y reivindicaciones de los trabajadores, pero donde la defensa de la revolución, la construcción del socialismo y la transformación del Estado sea una tarea primordial de ese sindicalismo emergente y revolucionario. Donde se abran las bases para el fortalecimiento del poder constituyente de los trabajadores que emerja contra el poder constituido en el movimiento sindical.
Lanzamos la propuesta de los Consejos Bolivarianos de Trabajadores también conocida como Consejos Obreros o Consejos laborales, propuesta que fue asumida por casi todas las corrientes, pero en su verdadera concepción como poder constituyente afloró la primera contradicción de fondo entre los sindicatos y los Consejos de trabajadores y de allí surgen algunas interrogantes: ¿Desaparecen los Sindicatos con los Consejos de Trabajadores? ¿Controla el Consejo de Trabajadores al Sindicato? ¿Controla el Sindicato al Consejo de Trabajadores?, la respuesta a estas interrogantes expresan la ubicación en una u otra corriente ideológica.
Los Consejos de Trabajadores son una propuesta política de los trabajadores al proceso de transformación revolucionaria, que se concibe como instancia de articulación e integración que permitirá a los trabajadores y trabajadoras ejercer su participación no sólo en toma de decisión, sino en la gestión de la fábrica, empresa o institución, su ámbito es el centro de trabajo pero se conecta, relaciona y forma parte de su entorno y las organizaciones sociales. Su política estará en concordancia con las políticas públicas trazadas por el gobierno revolucionario orientados a la conclusión de una sociedad de equidad y justicia social, son entonces una respuesta política de los trabajadores desde las bases, a la exigencia del momento histórico que vivimos.
Los Consejos Bolivarianos de Trabajadores, ni sustituyen ni desaparecen los Sindicatos desde nuestra perspectiva, pero se les asigna el poder constituyente y originario para producir el cambio necesario en los modos de producción, en el control de la fábrica, empresa o institución, y a refundar los sindicatos y su papel así como la nueva institucionalidad.
Para los trabajadores esto es un reto, pues se trata de un cambio radical y todo cambio suele ser traumático, doloroso, incomodo; pero muchas veces lo amargo cura y lo desagradable nos favorece el espíritu.
Vivimos tiempos traumáticos y de la refundación de nuestra Patria, los trabajadores tenemos la misión histórica de junto al pueblo y los campesinos atender el parto de la historia que haga posible el advenimiento de la nueva sociedad, vale decir el Socialismo.
TRABAJADORES EN REVOLUCIÓN, Nº 1, MARTES 1º DE MAYO DE 2007
Por: Colectivo de Trabajadores en Revolución
Lo más hermoso del proceso revolucionario está en la diversidad de opiniones que surgen como propuesta desde el seno del pueblo, donde todos, absolutamente todos los factores, convergen en posibilidades de cambio en la estructura del Estado, en franca guerra a la burocracia y a la corrupción. Exigen a la conducta de quienes han tenido y tienen la obligación de exterminar estos flagelos y que hacen de nuestra institucionalidad un armatoste vetusto, inoperante, ineficiente; los cambios necesarios que fortalezcan el espíritu la razón y lógica de la Revolución Bolivariana.
Esta discusión nos lleva a reflexionar sobre cuál es el papel de los trabajadores en este momento político donde la explosión del poder popular se hace sentir con fuerza, como poder constituyente que amenaza con arrasar a su paso al poder constituido y donde se genera inevitablemente una expresión nítida de la confrontación ideológica de clases, pues, los que no comparten lo radical de esta propuesta (los reformistas) no se oponen en teoría, pero en la práctica juegan a la manipulación, al clientelismo, a la macolla, para evitar la conformación de un verdadero poder popular, constituyente, autónomo y revolucionario.
En este debate está ausente la clase obrera, como clase, aunque existan referencias o grupos aislados dentro del movimiento obrero que tengan opinión o participen de los cambios, los trabajadores no hemos estado a la altura de esta circunstancia como clase vanguardia, llamada a asumir el protagonismo revolucionario que la historia le ha asignado a través de los años, desde la revolución industrial hasta nuestros días.
Esto tiene una explicación, durante los últimos 40 años del puntofijismo, la clase trabajadora fue reducida a un simple estamento acrítico, sin conciencia, dirigida por un sindicalismo reformista, comprometido con la opresión capitalista que dejó como herencia un sindicalismo reivindicativista, lochero, y autoritario que generó hacia el resto de la clase el estancamiento, el conformismo y la manifestación de inquietudes en el orden económico reivindicativista; por supuesto al lado de esta mayoría sobrevivió un reducido grupo de sindicalistas proponentes de cambios estructurales que han sido blanco fácil para la descalificación y sometidos al chantaje político por intentar romper el orden constituido. La victoria del Presidente Chávez en el 98 y luego el proceso constituyente que produjo la constitución del 99, desborda el espectro del mundo sindical, nuestras organizaciones sindicales surgieron contra la vieja estructura sindical, sea a través de elecciones o por la vía de sindicatos paralelos, la burocracia cetevista fue perdiendo espacio, espacio que fue llenado por la nueva Central Bolivariana, la UNT, hija indiscutible de este proceso revolucionario; El golpe de Estado de abril 2002 y el paro petrolero de diciembre 2002 y enero 2003, terminaron de desenmascarar a la CTV, y esto marcó su desplazamiento a la categoría de central minoritaria quedando la UNT, como central hegemónica con mayoría de afiliación sindical.
A lo interno de la UNT, se abrió el debate acerca del modelo sindical, y fue esta nueva central también un instrumento donde se debaten las 2 principales tendencias, el reformismo y las ideas de la revolución; la mayoría sindical heredó la de la vieja práctica socialdemócrata, poco democrática, menos autonómica, con profundo arraigo democrático y con una clara tendencia de sumir al movimiento de los trabajadores en apéndices de los partidos que apoyan el proceso, restándole protagonismo y crecimiento cualitativo alejándolo de la posibilidad de convertirse en una parte esencial como sujeto histórico de esta revolución.
Hoy la UNT, es una Central secuestrada por las diversas tendencias que anteponen sus intereses grupales y personales a los intereses de la clase obrera como vanguardia revolucionaria. Nosotros como trabajadores revolucionarios hemos apostado por la construcción de una corriente revolucionaria en el seno del movimiento obrero y desde la UNT. hemos impulsado el Colectivo de Trabajadores en Revolución; CTR; hemos desarrollado una declaración de principios que recoge aportes para un programa mínimo de clase, desde la perspectiva Marxista, Bolivariana con claro apego a las bases y sobre las base de la democracia revolucionaria.
Nos planteamos el desarrollo de un modelo diferente de la gestión sindical desde una perspectiva radical y revolucionaria donde la burocracia, la corrupción, el antidemocratismo, el autoritarismo, el mesianismo y los acuerdos de cúpulas sean borrados del ejercicio sindical; donde se luche por defender y por ampliar los derechos y reivindicaciones de los trabajadores, pero donde la defensa de la revolución, la construcción del socialismo y la transformación del Estado sea una tarea primordial de ese sindicalismo emergente y revolucionario. Donde se abran las bases para el fortalecimiento del poder constituyente de los trabajadores que emerja contra el poder constituido en el movimiento sindical.
Lanzamos la propuesta de los Consejos Bolivarianos de Trabajadores también conocida como Consejos Obreros o Consejos laborales, propuesta que fue asumida por casi todas las corrientes, pero en su verdadera concepción como poder constituyente afloró la primera contradicción de fondo entre los sindicatos y los Consejos de trabajadores y de allí surgen algunas interrogantes: ¿Desaparecen los Sindicatos con los Consejos de Trabajadores? ¿Controla el Consejo de Trabajadores al Sindicato? ¿Controla el Sindicato al Consejo de Trabajadores?, la respuesta a estas interrogantes expresan la ubicación en una u otra corriente ideológica.
Los Consejos de Trabajadores son una propuesta política de los trabajadores al proceso de transformación revolucionaria, que se concibe como instancia de articulación e integración que permitirá a los trabajadores y trabajadoras ejercer su participación no sólo en toma de decisión, sino en la gestión de la fábrica, empresa o institución, su ámbito es el centro de trabajo pero se conecta, relaciona y forma parte de su entorno y las organizaciones sociales. Su política estará en concordancia con las políticas públicas trazadas por el gobierno revolucionario orientados a la conclusión de una sociedad de equidad y justicia social, son entonces una respuesta política de los trabajadores desde las bases, a la exigencia del momento histórico que vivimos.
Los Consejos Bolivarianos de Trabajadores, ni sustituyen ni desaparecen los Sindicatos desde nuestra perspectiva, pero se les asigna el poder constituyente y originario para producir el cambio necesario en los modos de producción, en el control de la fábrica, empresa o institución, y a refundar los sindicatos y su papel así como la nueva institucionalidad.
Para los trabajadores esto es un reto, pues se trata de un cambio radical y todo cambio suele ser traumático, doloroso, incomodo; pero muchas veces lo amargo cura y lo desagradable nos favorece el espíritu.
Vivimos tiempos traumáticos y de la refundación de nuestra Patria, los trabajadores tenemos la misión histórica de junto al pueblo y los campesinos atender el parto de la historia que haga posible el advenimiento de la nueva sociedad, vale decir el Socialismo.
TRABAJADORES EN REVOLUCIÓN, Nº 1, MARTES 1º DE MAYO DE 2007
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