domingo, 13 de mayo de 2007

TRABAJO ASALARIADO Y SOCIALISMO

El tema salarial es recurrente en la lucha sindical. También es recurrente en las discusiones y en la práctica real en la lucha por el socialismo.

En la lucha sindical, tanto en los países capitalistas, como en aquellos países que tomaron medidas socializantes y estatistas, el tema salarial es obligante, pues de su nivel, en relación con el costo de la vida en un determinado país, depende el nivel de vida del trabajador y su familia.

El aumento de los salarios, como hace notar Marx, no incidiría, en los precios de las mercancías, pero sí hace bajar las ganancias, pues los ingresos del capitalista (ganancia), del terrateniente (renta de la tierra) y del trabajador (salario), se derivan todos de la plusvalía producida por el conjunto de los trabajadores de una determinada economía social.

La fuerza política y social de las distintas clases y fracciones de clases regula de una forma, a la vez económica y extraeconómica, el reparto de la producción de plusvalía, por tanto el nivel de los salarios.

El capital, controlando la producción y distribución de mercancías, aumenta, fuera de toda lógica económica abstracta, pero dentro de la lógica de la extorsión de la plusvalía típica de toda economía capitalista (con patronos o sin ellos), constantemente el precio de las mercancías, en especial de aquellas destinadas al consumo masivo en particular alimentos y bebidas, que en Venezuela, históricamente, han tenido aumentos superiores de hasta un 50% por encima del índice general inflacionario.

De esta manera, los patronos se reapropian de una parte de la plusvalía que se entregó a los trabajadores en forma de salario. Por eso Marx en las conclusiones de Salario, precio y ganancia afirma que “La tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el promedio standard del salario, sino a reducirlo.”

Por ello, la lucha por aumentos de salarios es permanente sólo para poder mantener el mínimo vital. De aquí se desprende, entre otros la necesidad de superar definitivamente el orden capitalista, pues es irreformable y su desarrollo sólo conduce al callejón sin salida del desempleo estructural y de la constante baja del costo del trabajo, es decir la constante baja salarial. Por eso, se ha propuesto que junto al aumento salarial se establezca la congelación de los bienes y servicios de consumo masivo.

En consecuencia, “la clase obrera no debe exagerar a sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad. No debe, por tanto, entregarse por entero a esta inevitable lucha guerrillera, continuamente provocada por los abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del mercado. Debe comprender que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. En vez del lema conservador de "¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!", deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: "¡Abolición del sistema del trabajo asalariado!" (Marx, ibid).

La abolición del trabajo asalariado, junto con las demás categorías mercantiles (mercancía, dinero, plusvalía, intercambio mercantil, etc.), es condición indispensable para levantar una sociedad socialista merecedora de tal nombre. Que ello no sea posible de la noche a la mañana y necesita de su extensión a un territorio cuando menos de muy grandes porciones del planeta, es también cierto. La destrucción del capitalismo y el surgimiento de una sociedad socialista a partir de las “condiciones materiales y las formas sociales necesarias” que el propio capitalismo ha creado, es tarea de toda una época histórica que es la época de la transición al socialismo y al comunismo.

TRABAJADORES EN REVOLUCIÓN, Nº 1, MARTES 1º DE MAYO DE 2007

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